lunes, 18 de agosto de 2014

Mi primer día en el gimnasio

Ese día empezaba en el gimnasio. La ultima vez que me había apuntado todavía iba al instituto, recuerdo que nos apuntamos varias amigas y fuimos durante unos 6 meses. A mi me encantaba hacerme notar entre el público masculino, ver su mirada de deseo ante mis senos moviéndose de arriba abajo mientras yo pedaleaba en la bicicleta elíptica, para despues pasar delante de ellos contorneando mis caderas sin piedad... Claro que de eso hacía 5 años ya, cuando todavía no necesitaba para desplazarme una silla de ruedas, cuando todavía sentía mis piernas...
A pesar de todo, empecé a prepararme, quizás algo en exceso para ir al gimnasio, pero daba igual, necesitaba sentirme como la chica joven y guapa que soy. Me decidí por un top que realzara mis pechos tersos y desafiantes de la ley de la gravedad y unas mallas que recientemente había comprado que se ajustaban perfectamente a mis recien adquiridas piernas inertes, cada vez mas delgadas. Con mis manos, gire mi silla frente al espejo, de nuevo me encontraba sexy.

Cuando entre en la recepción del gimnasio, el mostrador me llegaba a la altura de la frente, había un alboroto increíble y no conseguía hacerme oir. Me estaba poniendo furiosa. Despues de esperar 5 minutos sin que nadie me atendiera decidí impulsarme con mis manos en las ruedas de forma que mis glúteos se levantaron del asiento y pude elevarme unos centímetros. Grite:

-Perdón, ¿alguien seria tan amable de atenderme?

Una chica se giro y casi palideció al instante dándose cuenta de lo ocurrido, se estaba deshaciendo en disculpas cuando oi por detras
-Tu debes ser Sara
di la espalda a la mujer para atender la voz de hombre que me hablaba

-Yo soy Raul, me han comentado que empezabas hoy y quería ayudarte a hacer una tabla de ejercicios.
-Claro
El chico me atrajo desde el primer momento, era un moreno de tez clara y ojos azules y altísimo
-¿quieres que te ayude ?
-no, yo te sigo
Nunca me ha gustado que nadie empuje mi silla de ruedas, prefiero hacerlo yo misma impulsandome con mis brazos, al fin y al cabo, es mi forma de moverme.
Le seguí a duras penas hasta la otra punta del gimnasio, pero, por alguna razon, no queria mostrarme fatigada delante de el.
-Si te parece vamos planeando que tipo de ejercicios vas a hacer. Cuéntame un poco cuales son tus limitaciones
-Bueno, no me puedo sostener en pie... en realidad con mis piernas no puedo hacer absolutamente nada, asi que nos limitaremos a brazos, pectorales..
-Entiendo

Me indico empezar en la maquina de pectorales, me ofreció ayuda a lo que me negué. Acerque mi silla de ruedas. Cogí mi pierna derecha y la pose el el suelo, luego la otra, me impulse al borde del asiento y, en otro impulso me senté en la maquina. en cuanto levante la cabeza sorprendí a Raul mirándome hipnotizado con una mirada de ¿deseo? Levanto su dedo pulgar a modo de interrogación a lo cual asentí.Me prohibí a mi misma hacerme ilusiones y empece a hacer mis ejercicios. Cuando había acabado la tabla, volver a sentarme en mi silla de ruedas no fue una tarea tan sencilla como había parecido, enseguida Raul se dio cuenta y vino ofreciéndome ayuda. Su mirada era de una total devoción. Me sentía una diosa bajo esa mirada.
-Dime como te puedo ayudar
Le miré fijamente hablándole suave y despacio...
-Tú solo coge mis piernas e impulsalas hacia arriba a la vez que me impulso yo, ¿de acuerdo?
Mientras contaba hasta tres para darle la señal, me fije en que sus manos, que ahora agarraban mis piernas, temblaban, y a mi me hubiese encantado poder sentir las manos de aquel hombre en ellas...
-...y tres!
Ya estaba otra vez en mi silla.
Pero de repente la situación dio un vuelco inesperado
-Yo me voy ya, es el cambio de turno con mi compañera
A pesar de todos mis esfuerzos mi cara no pudo contener una mueca de decepción. el dudo y dijo
- te veo otro dia por aquí, a no ser que quieras acompañarme
Me sentía tan deseada que no lo dude ni un momento. Mi mirada ahora lo desafiaba.
-¿Adonde quieres que te acompañe?
- A mi casa...si quieres
Su pantalón ya delataba una erección, aunque el se esforzaba por disimularla...
-A la mía mejor, estaré más cómoda.
-Claro, por supuesto, como gustes.
Subimos a mi coche, su cara era el vivo retrato del deseo...
-Me vuelves loco-dijo con voz entrecortada
Yo conduje con el corazón a mil y mi sexo empapado.
Al llegar a mi garaje me pidió:
-¿Me dejas sacarte del coche?
Lejos de molestarme o negarme me volvió loca la posibilidad de sentirme en sus brazos a su merced... Me coloco en la silla y cuando subimos en el ascensor la tomo por los mangos, de repente me encantaba...me sentía una reina...Abrí la puerta
-al fondo a la izquierda, dije, sin poder evitar guiñarle un ojo
Al llegar a la habitación se palpaba tal complicidad  que el no dudo y me cogio en brazos, pero en vez de tenderme en la cama se dirigió a la pared frontal, me apoyó en ella, colocó mis piernas una a cada lado de su cuerpo y comenzo a devorarme a besos.No pude reprimir un grito de placer... Me tumbó en cama y me quito el pantalón y mi ropa interior. en seguida comenzó a besarme el pubis, siguio bajando... yo no sentía nada, me incorporé; estaba besándome los muslos con una dulzura que yo no pude parar de gemir. Se quitó  su ropa y se puso un preservativo.  Me volvió a tomar en brazos, me aprisionó de nuevo contra la pared...y, tras unos breves intentos su pene penetró en mi sexo, comencé a mover mi tronco al mismo tiempo que el embestía contra la pared mientras mis piernas colgaban tambaleándose al ritmo de nuestros salvajes movimientos. Su cara estaba desencajada por el placer y despues de unos instantes eyaculó mientras me tendía sobre la cama. Nos quedamos tumbados un largo rato uno al lado del otro sin hablar, no eran necesarias las palabras . Despues, la tarde dio para mucho más... pero en definitiva ese fue el día en el que reedescubrí mi sexualidad











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